Revolucionando
la Economía, por Raúl Vergara Arias
Toda
ciencia descansa sobre una serie de pilares que sostienen el andamiaje de dicha
disciplina. Éstos pueden ser ideas clave, una cierta metodología o supuestos
básicos. Sin embargo, en ocasiones hay descubrimientos revolucionarios que
sacuden las bases sacrosantas del
conocimiento humano, que llegan incluso a derrumbarse y a tener que ser
reemplazadas por otras nuevas. Pensemos en el caso de la Física, que fue puesta
de cabeza cuando la Teoría de la Relatividad de Einstein demostró que las leyes
de Newton no eran universales, o en la Biología una vez que Darwin resolvió el
enigma del origen de las especies.
En
ambas ocasiones resultó ser que mucho de lo que se creía saber a ciencia cierta
era falso, por lo que hubo la necesidad de generar toda una nueva serie de
conceptos y métodos con los cuales estudiar la realidad. Podríamos seguir
enlistando casos similares en los distintos campos del saber humano, pero basta
saber que a toda ciencia le han llegado coyunturas drásticas en las que debe
replantear sus bases. La Economía no es la excepción, actualmente han aparecido
una serie de hallazgos recientes que desafían muchos de los supuestos básicos
que los economistas han utilizado durante casi un siglo para estudiar una
infinidad de actividades humanas.
Ahora
bien, esta revolución no se está gestando dentro del establishment de la Economía,
sino desde fuera. Especialmente de dos ciencias muy experimentales y que han
tenido un gran desarrollo en los últimos años: las Neurociencias y la Psicología.
Quienes enarbolan este nuevo cambio enarbolan como bandera el cuestionamiento
de los supuestos que hace la Economía tradicional sobre el comportamiento de
los agentes económicos (personas, empresas y gobierno). Según el paradigma que
ha dominado esta ciencia por décadas, los humanos son seres racionales que
toman decisiones óptimas para maximizar su utilidad a través del tiempo, las
empresas participan en mercados competitivos con información perfecta y el
gobierno cumple el rol de “planificador central benevolente”, cuya única misión
es maximizar el bienestar de todos los miembros de la sociedad ¿Se les hace a
ustedes parecido al mundo real? A la nueva corriente de economistas tampoco.
La
necesidad de un cambio en los preceptos básicos de la Economía se hizo
especialmente evidente tras la reciente crisis financiera de 2009, tras la
cual, los modelos económicos tradicionales acapararon los reflectores,
generalmente por su completa inutilidad al momento de predecirla. Podríamos
pensar que predecir el futuro es un asunto difícil y que no debemos ser tan
duros con unos métodos que no logran descifrar lo que pasará después; no
obstante, la corriente mainstream de
la Economía también ha fracasado en encontrar un rumbo para retomar la senda
del crecimiento y sobre todo para lograr un mayor entendimiento de cómo
funcionan en realidad los mercados financieros que permita prevenir futuros
colapsos.
Ante esto,
muchos apuntan a que lo que se necesita no es intentar perfeccionar y ajustar
los modelos, sino replantear las bases del comportamiento humano en las que se
fundan. Hoy en día, los avances científicos han permitido estudiar el cerebro
con un nivel de profundidad que era impensable hace menos de dos décadas; y
esto ha dado pie para conocer que el proceso de toma de decisiones de las
personas dista mucho de ser el análisis frío y racional que suponía la
Economía. Los avances en Neuroeconomía apuntan a que el funcionamiento de
distintas estructuras cerebrales nos hacen proclives a cometer errores de
autocontrol o de evaluación de riesgos, al mismo tiempo la mayoría de nuestras
decisiones no son tomadas de forma consciente y deliberada sino que son en gran
parte fruto de procesos neuronales de los que no nos percatamos.
Por otro
lado, la Economía Conductual está menos interesada en el aspecto orgánico y
neuronal del comportamiento y basa su análisis en la conducción de experimentos
en los que se pide a los participantes que realicen ciertas actividades o
“juegos” con el objetivo de descubrir cómo se comportan en realidad las
personas en distintos ambientes, tanto en el mercado, las relaciones sociales,
o con ellas mismas. A diferencia de la Neuroeconomía, la Economía Conductual no
estudia la manera en que el cerebro toma decisiones, sino que establece cuál es nuestro comportamiento externo y nuestra forma de decidir; además de estudiar
las implicaciones de sus hallazgos para la Teoría Económica.
Mirando a
futuro podemos esperar que estas nuevas ramas del saber continúen fusionándose
con el tronco principal de la Economía. En los últimos años, dos científicos
especializados en estos rubros han sido premiados con el Nobel de Economía:
Daniel Kanheman, padre de la Economía Conductual, en 2002 y Robert Shiller el
año pasado. Esto es algo muy positivo para la ciencia económica, pues el contar
con bases más creíbles desde las cuales estudiar los procesos humanos y adoptar
metodologías experimentales en su análisis permitirán que la llamada “reina de
las ciencias sociales” genere más conocimiento útil en beneficio de la
sociedad.
RINCÓN ECONÓMICO, por Raúl Vergara Arias
Economía
5º Semestre
Twitter:@Rau1Vergara
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