martes, 10 de enero de 2012

Argentina vuelve al 1 a 1 con el dólar

10 Enero, 2012 - 00:28Credito:
Cronista / Argentina

Paradojas del calendario, desen¬lace anunciado o caprichos del destino. Lo cierto es que a exactamente 10 años del fin de la convertibilidad en Argentina, un déjà vu cambiario invade por estos días a los hombres de negocios: lentamente vuelve el “uno a uno” con el dólar.

En rigor, es el tipo de cambio real del peso el que de nuevo tocó una paridad “uno a uno” frente al dólar. ¿Qué es el tipo de cambio real? El que importa para medir la competitividad de un país. Se trata del tipo de cambio nominal (el que aparece en las pizarras de las casas de cambio de la city porteña, actualmente en 4.31 por dólar) pero ajustado por las diferencias relativas entre la inflación local y la del exterior (en este caso, la de Estados Unidos). Es el indicador más preciso de la competitividad del tipo de cambio de un país.

Esta suerte de revival obligará al gobierno a ponerse en guardia en el 2012. La experiencia contemporánea demuestra que los periodos de sobreevaluación cambiaria en Argentina terminaron mal. Así lo reflejan las etapas que se iniciaron a mediados de los 70 (tablita cambiaria) y principios de los 90 (convertibilidad), cuyo desenlace fue en ambos casos el excesivo endeudamiento, la desindustrialización y crecientes desequilibrios fiscales y monetarios.

Sería un reduccionismo atribuir sólo a la apreciación cambiaria estos efectos pero, sin lugar a dudas, contribuyó.

Ningún kirchnerista admitirá este destino común con los denostados 90, porque la razón principal de la apreciación del tipo de cambio real es la inflación que el gobierno desconoce.

El tipo de cambio real del peso frente al dólar, en una escala que toma como base el 1 diciembre del 2001 (el fin de la convertibilidad), pasó de 1 peso por dólar a 2.95 por dólar en junio del 2002, en pleno impacto de la devaluación inicial tras la salida del tipo de cambio fijo. A partir de entonces inició un paulatino pero continuo descenso, producto principalmente de la acelerada inflación local (medida correctamente, a través de índices provinciales y privados).

El deterioro del tipo de cambio real con el dólar se acentuó a partir del primer cuatrimestre del 2007 a la fecha. Y hoy el tipo de cambio real se ubica prácticamente en uno a uno”. Sucede que mientras el tipo de cambio nominal se devaluó en los últimos cinco años a un promedio de 6.7% anual, la inflación (medida a través del IPC que elabora la consultora Bs As City) promedió 21.3%, por lo que se “comió” a pasos acelerados la competitividad cambiaria.

Así, hoy estamos con el mismo tipo de cambio real peso contra dólar de hace 10 años. Y con una paridad 38% más baja que el promedio del periodo de los últimos 10 años y 45% menor que en el periodo 2003-2006, cuando todavía no había pegado el salto la inflación interna.

Claro que la solución a este dilema cambiario que enfrenta el gobierno no pasa por acelerar el ritmo de devaluación nominal del peso, porque ello implicaría ir a un “juego de suma cero” entre la devaluación y la inflación. Sería “poner el carro adelante del caballo”. El gobierno debería primero desarrollar un programa plurianual para ir conteniendo paulatinamente la inflación hasta niveles de un dígito, para luego considerar un eventual reacomodamiento cambiario.

Reflejo de esta creciente apreciación cambiaria es el deterioro de la balanza comercial que el gobierno intenta combatir con mayores trabas a las importaciones. Una vez más, se ataca la consecuencia y no la causa. Claramente, la economía no puede convivir muchos años más con una inflación del orden de 21% interanual y una suba del tipo de cambio nominal de 7 por ciento. Para el 2012 los mercados anticipan un alza del dólar de 13%, según se desprende de la cotización a diciembre de la divisa estadounidense en el Rofex cuyo contrato el viernes cerró a 4.89 pesos.

Otro reflejo de la apreciación cambiaria son las presiones en el mercado de cambios. La minicorrida cambiaria de octubre-noviembre en Argentina fue consecuencia de las compras de inversores sofisticados que perciben el atraso cambiario e intentan optimizar sus portafolios (la literatura económica en este sentido abunda, por caso un paper seminal de Paul Krugman en 1979). Y también, producto de compras de pequeños ahorristas que buscaron refugio en el dólar inquieto por las medidas de control cambiario que tomó el gobierno.

¿Por qué compran dólares? Porque está barato. El salario promedio del trabajador de la economía creció 220% en los últimos seis años, mientras que el dólar lo hizo sólo en 45 por ciento. Si el dólar para el argentino promedio brinda el “servicio” de reserva de valor, es lógico que alguien lo compre cuando éste se abarata.

Pero no todas son malas en materia de tipo de cambio. La buena noticia es que para evaluar con mayor precisión la competitividad cambiaria de un país se requiere ver su tipo de cambio real multilateral (TCRM). Es decir, el tipo de cambio real frente a una canasta de las monedas de los principales países con los que comercia Argentina. Y el TCRM hoy sigue 60% por encima de los valores de la convertibilidad, gracias a la apreciación nominal que registraron en los últimos años tanto el real brasileño como el euro.

En rigor, no preocupa tanto “la foto” de hoy sino “la película”. Es decir, la dinámica y velocidad con la que se deteriora el TCRM.

FELIZ POR SU RECUPERACIÓN

“Debo agradecer al pueblo todas las bendiciones que recibí”, afirmó ayer la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, satisfecha por el éxito de la operación en la que se le extrajo la glándula tiroides por un tumor. La Mandataria fue intervenida el fin de semana y los médicos la diagnosticaron libre de cáncer. La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, le telefoneó este lunes para conocer su estado de salud y le dijo que “estaba reteniendo el aliento” por su pronta recuperación.

Contenido de la Red Iberoamericana de Prensa Económica

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