Qué hacer para crecer
Parte 2: Facilitar la actividad económica
Hace
ya algunas semanas, comencé a escribir una serie de artículos titulada “Qué
hacer para crecer” en los cuales expongo las medidas y reformas que considero
que el nuevo gobierno federal debe adoptar para impulsar el crecimiento
económico de nuestro país a niveles mucho más altos. No obstante, debido a que
sucesos como la muerte de Hugo Chávez y Margaret Thatcher distrajeron mi
atención, es hasta ahora que presento la segunda parte de dichos editoriales,
en la cual abordo un tema fundamental para cualquier nación que pretenda tener
progreso económico: Facilitar la actividad económica.
Nuestro
país padece de diversos engendros legales, fiscales y regulatorios que
obstaculizan y entorpecen la realización de actividades económicas y
empresariales. Esto se debe a diversas causas, entre ellas el hecho de que
nuestra Constitución de 1917 se realizó en medio de una guerra civil donde se
buscaba conciliar facciones contrarias que tenían proyectos de nación
distintos. El resultado fue que nuestra “Carta Magna” es muy semejante a una
carta a Santa Claus, que garantiza decenas de beneficios sociales utópicos y da
incontables prerrogativas y poderes al Estado para hacer que estos beneficios
se otorguen, permitiendo que el gobierno intervenga donde no debe. Por ejemplo,
el art. 25° da al estado la tarea de dirigir la economía y el 27° otorga al
gobierno la propiedad de la nación y sus recursos.
Lamentablemente,
la Constitución no es la única ley que impone trabas a la actividad económica.
En todos los municipios del país encontramos ejemplos de regulaciones,
permisos, licencias y demás requisitos que se imponen legalmente a cualquier
ciudadano que se atreva a comenzar un negocio. Este enjambre legal se ha podido
perpetuar porque resulta muy lucrativo para las autoridades, tanto por la vía
“legítima” a través del cobro por trámites como por la corrupción que es
facilitada por dicha situación.
Una
de las principales consecuencias de la maraña de reglamentos y leyes que
aquejan a los empresarios en nuestro país es que no permiten el desarrollo de
la competitividad, la cual sabemos que es uno de los requisitos indispensables
para el crecimiento de la economía y el aumento de la inversión extranjera.
Nuestro país rankea en el lugar 48 del mundo en cuanto a facilidad para hacer
negocios, en 141 para registrar propiedad y 107 en simplicidad de pago de los
impuestos. Esto significa dos cosas: por un lado nos encontramos en una
posición lamentable en cuanto a dinamismo y competitividad económica, pero por
otro, es evidente que tenemos mucho potencial de mejora.
Para
que la economía de México se vuelva más productiva y eficiente es necesario dar
facilidades a las personas que deseen emprender negocios, agilizando los
trámites, reduciendo los costos y eliminando requisitos. De este modo, no sólo
tendremos niveles de crecimiento mucho más altos, sino que también habremos
hecho algo para combatir a los monopolios y favorecer la movilidad social, ya
que son los pequeños y medianos empresarios los que al no tener recursos para
sostener grandes departamentos legales, son mayormente oprimidos por la “tramitocracia”
que impera en nuestro país. Un buen primer paso (aunque quizá el más inviable)
sería comenzar por una nueva Constitución que no dé al gobierno el poder para
intervenir donde no debe.
Raúl Vergara Arias
Economía–2o semestre
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