lunes, 29 de abril de 2013

RINCÓN ECONÓMICO, por Raúl Vergara


Qué hacer para crecer Parte 2: Facilitar la actividad económica


Hace ya algunas semanas, comencé a escribir una serie de artículos titulada “Qué hacer para crecer” en los cuales expongo las medidas y reformas que considero que el nuevo gobierno federal debe adoptar para impulsar el crecimiento económico de nuestro país a niveles mucho más altos. No obstante, debido a que sucesos como la muerte de Hugo Chávez y Margaret Thatcher distrajeron mi atención, es hasta ahora que presento la segunda parte de dichos editoriales, en la cual abordo un tema fundamental para cualquier nación que pretenda tener progreso económico: Facilitar la actividad económica.

Nuestro país padece de diversos engendros legales, fiscales y regulatorios que obstaculizan y entorpecen la realización de actividades económicas y empresariales. Esto se debe a diversas causas, entre ellas el hecho de que nuestra Constitución de 1917 se realizó en medio de una guerra civil donde se buscaba conciliar facciones contrarias que tenían proyectos de nación distintos. El resultado fue que nuestra “Carta Magna” es muy semejante a una carta a Santa Claus, que garantiza decenas de beneficios sociales utópicos y da incontables prerrogativas y poderes al Estado para hacer que estos beneficios se otorguen, permitiendo que el gobierno intervenga donde no debe. Por ejemplo, el art. 25° da al estado la tarea de dirigir la economía y el 27° otorga al gobierno la propiedad de la nación y sus recursos.

Lamentablemente, la Constitución no es la única ley que impone trabas a la actividad económica. En todos los municipios del país encontramos ejemplos de regulaciones, permisos, licencias y demás requisitos que se imponen legalmente a cualquier ciudadano que se atreva a comenzar un negocio. Este enjambre legal se ha podido perpetuar porque resulta muy lucrativo para las autoridades, tanto por la vía “legítima” a través del cobro por trámites como por la corrupción que es facilitada por dicha situación.

Una de las principales consecuencias de la maraña de reglamentos y leyes que aquejan a los empresarios en nuestro país es que no permiten el desarrollo de la competitividad, la cual sabemos que es uno de los requisitos indispensables para el crecimiento de la economía y el aumento de la inversión extranjera. Nuestro país rankea en el lugar 48 del mundo en cuanto a facilidad para hacer negocios, en 141 para registrar propiedad y 107 en simplicidad de pago de los impuestos. Esto significa dos cosas: por un lado nos encontramos en una posición lamentable en cuanto a dinamismo y competitividad económica, pero por otro, es evidente que tenemos mucho potencial de mejora.

Para que la economía de México se vuelva más productiva y eficiente es necesario dar facilidades a las personas que deseen emprender negocios, agilizando los trámites, reduciendo los costos y eliminando requisitos. De este modo, no sólo tendremos niveles de crecimiento mucho más altos, sino que también habremos hecho algo para combatir a los monopolios y favorecer la movilidad social, ya que son los pequeños y medianos empresarios los que al no tener recursos para sostener grandes departamentos legales, son mayormente oprimidos por la “tramitocracia” que impera en nuestro país. Un buen primer paso (aunque quizá el más inviable) sería comenzar por una nueva Constitución que no dé al gobierno el poder para intervenir donde no debe.
 




Raúl Vergara Arias
Economía–2o semestre


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