viernes, 16 de agosto de 2013

RINCÓN ECONÓMICO, por Raúl Vergara Arias



¿Cómo se vuelven ricas las naciones?

Recién acabo de terminar el excelente libro Why Nations Fail (Por qué fracasan las naciones) escrito por los prestigiados economistas de Harvard y MIT James Robinson y Daron Acemoglu. Si bien el título del libro no es de mi entero gusto (creo que debería llamarse Why Nations Succeed (Por qué tienen éxito las naciones)) ya que el fracaso no requiere demasiada explicación, es simplemente lo que sucede ante la ausencia de algo más y en un país este fracaso se traduce en desorden y pobreza, los cuales simplemente son la ausencia de orden y riqueza. Mientras tanto lo que es realmente interesante es conocer precisamente las razones por las cuales algunos países logran romper con este estado básico de carencias y dar el salto hacia el progreso, y éste precisamente es el tema del libro.
Los autores sostienen que son las instituciones políticas, más que las económicas, la geografía o la cultura las que determinan si una nación será o no exitosa. Existen dos tipos de instituciones políticas: las inclusivas y las extractivas. El primer tipo empodera a grandes segmentos sociales, dándoles participación política y poder en la toma de decisiones, mientras que la segunda clase de instituciones se haya dominada por una reducida élite que gobierna en su propio beneficio. Un contraste claro entre ambos tipos de instituciones se ve en las dos Coreas, donde la próspera Corea del Sur goza de instituciones inclusivas, mientras que la del Norte es uno de los países más pobres del mundo bajo una dictadura extractiva.
En todas las sociedades humanas, las instituciones que han surgido por default son extractivas, donde un líder rodeado de una pequeña élite se hace del poder y lo ejerce de tal forma que los únicos que consiguen enriquecerse considerablemente son ellos mismos. Lo anterior no es porque el poder vuelva malvada a la gente, simplemente es lo más racional que cabe esperar: el ostentar el poder hace que la élite goce de muchos privilegios, los cuales probablemente se perderían si el sistema se vuelve más abierto a la pluralidad, de modo que el grupo gobernante defiende el status quo. Esto da como resultado que consciente o inconscientemente las instituciones extractivas se perpetúen.
Durante milenios, la economía mundial fue básicamente como un pastel de tamaño fijo donde los distintos países y grupos buscaban hacerse de la rebanada más grande a través de la violencia, principalmente porque bajo instituciones extractivas el poder político es casi la única forma de mejorar la situación económica de uno mismo. Sin embargo, este círculo vicioso se rompió de forma definitiva por primera vez en 1688 en Inglaterra durante la Revolución Gloriosa, en la cual una amplia coalición que incluía al Parlamento, aristócratas y comerciantes enriquecidos con el comercio Atlántico depuso al rey Jacobo II e hizo que el nuevo rey aceptara fuertes limitaciones a su poder impuestas por el propio parlamento. Al acabar con el absolutismo y repartir el poder entre varios sectores de la sociedad, se impidió que una élite pudiera imponer barreras fuertes a la innovación, abriendo así la puerta a la Revolución Industrial y al progreso económico sostenido.
Otro de los temas centrales del libro es que por motivos completamente racionales, las personas y grupos poderosos temen al proceso de Destrucción Creativa que es necesario para que haya un verdadero enriquecimiento de la población en general, y por lo tanto se oponen a él. La destrucción creativa significa que los nuevos productos, procesos y tecnologías más eficientes reemplazarán a los viejos volviéndolos obsoletos (como la computadora hizo a la máquina de escribir). Ejemplos de gobiernos y personas influyentes oponiéndose a la destrucción creativa motivados por el miedo a perder su poder económico abundan en la historia (especialmente en la historia previa a la Revolución Industrial) y por ello queda claro que la única forma de alcanzar crecimiento generalizado y sostenido es que las instituciones políticas no permitan que quienes ejercen el poder bloqueen la innovación.
Lo anterior también refuta la idea muy generalizada en la actualidad de que los países pobres no crecen porque sus gobiernos no saben cuáles son las políticas idóneas y que si los organismos internacionales como el Banco Mundial o la ONU los ilustran, entonces aplicarán las medidas correctas alegremente. La realidad es que quienes gobiernan esos países, desde la dictadura norcoreana hasta el gobierno corporativista mexicano, pueden conocer las medidas que harían crecer a sus países, pero existen fuertes incentivos dentro de los mismos para no adoptarlas.
Por supuesto que la explicación de por qué se enriquecen los países es extraordinariamente compleja y depende de una infinidad de factores, de los cuales este libro sólo abarca una parte. Sin embargo, creo que explica una buena parte de dicho fenómeno y el énfasis que hace en el papel de las instituciones debe ser considerado seriamente en el debate político actual mexicano.
Bibliografía
1. Acemoglu, Daron, and James A. Robinson. Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty. New York: Crown, 2012. Print.

RINCÓN ECONÓMICO, por Raúl Vergara Arias
Economía – 3º Semestre

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