El gasto público del gobierno federal es deficiente para promover una sociedad más equitativa y presenta un importante componente de discrecionalidad, reveló el “Informe de Desarrollo Humano México 2011” del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El informe detalló que las transferencias públicas, las cuales incrementan el ingreso disponible de las personas, muestran dificultades para llegar a 20% de la población con menores ingresos. México gastó cada año cuatro veces más en subsidiar el combustible que en todos los programas para combatir la pobreza.
Si bien el gasto gubernamental es capaz de ampliar el conjunto de oportunidades de vida para los individuos, resulta un gran derroche si no genera un valor adicional como la calidad educativa, efectividad de servicios de salud o no favorecen a los grupos de mayor desventaja social, explica el documento.
Mientras el gasto federal en educación se dirige a los más pobres por ingreso, el de salud y las transferencias se concentran en los más ricos. Por otro lado, si en lugar de medir la equidad de gasto a través del ingreso se hace mediante el Índice de Desarrollo Humano, se demuestra que el gasto educativo ya no es progresivo, mientras que el de salud y de transferencias resultan menos regresivos. “En ambos casos, la distribución del denominado gasto federal en desarrollo humano promueve la desigualdad en vez de corregirla”.
El informe detalló que las transferencias públicas, las cuales incrementan el ingreso disponible de las personas, muestran dificultades para llegar a 20% de la población con menores ingresos. México gastó cada año cuatro veces más en subsidiar el combustible que en todos los programas para combatir la pobreza.
Si bien el gasto gubernamental es capaz de ampliar el conjunto de oportunidades de vida para los individuos, resulta un gran derroche si no genera un valor adicional como la calidad educativa, efectividad de servicios de salud o no favorecen a los grupos de mayor desventaja social, explica el documento.
Mientras el gasto federal en educación se dirige a los más pobres por ingreso, el de salud y las transferencias se concentran en los más ricos. Por otro lado, si en lugar de medir la equidad de gasto a través del ingreso se hace mediante el Índice de Desarrollo Humano, se demuestra que el gasto educativo ya no es progresivo, mientras que el de salud y de transferencias resultan menos regresivos. “En ambos casos, la distribución del denominado gasto federal en desarrollo humano promueve la desigualdad en vez de corregirla”.
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