Fecha: Enero 30, 2013
Hace tres semanas llegué a lo que va a ser mi hogar por 5
meses: un pueblito vinícola alemán llamado Oestrich-Winkel. Este lugar es
desconocido incluso para los alemanes, tiene cerca de 12,000 habitantes, de los
cuales una gran parte son estudiantes de la European Business School, aquí
conocida como EBS.
Es pleno invierno, y, aunque no han caído grandes nevadas,
todo el pueblito está cubierto de nieve. Las actividades que uno puede hacer en
Oestrich se limitan básicamente a ir a la escuela (en lo personal no tengo
muchas clases), ir al supermercado y en la noche ir al bar local Keller
(excepto lunes y martes pues no abre). Afortunadamente hay algunas ciudades
cerca como son Wiesbaden y Mainz, que se encuentran a 20 minutos en tren, o
incluso Frankfurt que está a una hora.
Yo llegué aquí el 2 de enero, ya que la universidad ofrece un
curso intensivo de alemán antes de que empiecen las clases. El idioma no me
resultó tan difícil como esperaba, las palabras son muy parecidas al inglés,
aunque tiene una gramática más compleja. En Oestrich la mayoría de los
pueblerinos no hablan inglés, por lo que uno tiene la oportunidad de practicar
el poco o mucho alemán que sepa.
La universidad recibe muchos estudiantes de intercambio, hay
gente de todos los continentes, pero abundan los franceses, coreanos, chinos,
mexicanos y españoles. Todos son muy amables con todos, tienen mucho interés en
conocer otras culturas y en sacar el mayor provecho posible de esta
experiencia.
A los alemanes que viven aquí no les agradan mucho los
estudiantes de la EBS, ya que hacen ruido en la noche y eso les molesta ya que
en su mayoría son gente mayor. Sin embargo, la gente en general es muy amable,
quizás no sean tan cálidos como en otros países, pero es parte de la cultura
alemana ser reservados y no expresar mucho.
La EBS nos asigna un ¨buddy¨, que es un estudiante alemán que
te ayuda en caso de que tengas algún problema con el idioma, los trámites, etc.,
así que ayer tuve la oportunidad de salir con un grupo de alemanes, y en lo
personal me la pasé muy bien. Son gente agradable, están interesados en conocer
más acerca de otras culturas y no son tan cerrados como la gente suele pensar,
incluso hacen bromas.
En general me está gustando mucho la experiencia, y estoy
ansiosa por seguir aprendiendo cosas nuevas día a día.
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