jueves, 7 de marzo de 2013

En la viña alemana, por Mercedes Larrinaga


Lugar: Oestrich-Winkel, Alemania
Fecha: Marzo 7, 2013

El fin de semana pasado unas amigas y yo fuimos a París. Una amiga francesa nos invitó a quedarnos en su casa, así que aprovechamos la oportunidad y viajamos a Francia. Llegamos el jueves alrededor de las 6 y nos fuimos directo a la casa, que se encontraba en los suburbios de París, hacia el sur. Su familia fue muy amable con nosotras, nos explicaron cuáles eran los lugares más turísticos y nos enseñaron cómo llegar a ellos, además de que su mamá nos preparó una deliciosa cena: crema de calabaza y zanahoria, lasagna de espinacas y pollo, y de postre un rico panqué de manzana
A la mañana siguiente visitamos el museo del Louvre, por supuesto sólo vimos las obras más famosas, como la Mona Lisa y la Venus de Milo, puesto que el museo es enorme y no da tiempo de verlo en un día. Después nos comimos una típica baguette en una cafetería camino hacia la Torre Eiffel. Al llegar a ella compramos los boletos para subir por las escaleras. Fueron cerca de 600 escalones hasta el segundo piso de la torre, de ahí tomamos un elevador que lleva hasta la cima. El problema era el viento helado que hacía, por lo que casi no pudimos estar afuera viendo la vista.
En la noche fuimos a cenar con mi amiga francesa y un amigo suyo a un pequeño restaurante francés. Ahí yo probé la famosa sopa de cebolla (muy rica para mi gusto) y de postre una tarta que no recuerdo su nombre, pero está hecha con manzana y helado.
El sábado me reuní con mi abuela y mi tío y su familia ya que estaban en París también, así que fuimos a visitar otros lugares, como Notre Dame y tomamos un barquito que daba un paseo por el río Sena. Me dio mucho gusto ver a mi familia, aunque fuera solo un día.
Finalmente el domingo en la mañana visitamos el Palacio de Versalles y volvimos al pequeño Oestrich ya en la noche.
La pasamos muy bien en París, a pesar del frío que hacía. La mayor diferencia que noté con Alemania es la gente, en este último la gente es más fría y en París la gente es más cálida. Otra diferencia es el medio de transporte, en ambos países es muy eficiente, solo que en Alemania todos los trenes, autobuses, etc. son muy limpios, y en París no lo eran tanto.
La comida por supuesto es deliciosa en Francia. Me parece que el pan es lo más rico que hay, y a los franceses les encanta, lo comen a montones en las comidas, pero no se les puede culpar ya que en verdad es irresistible. También el pan dulce, los croissants, chocolatines, etc. son deliciosos. Yo no como queso, pero mis amigas me dijeron que es de los mejores quesos que han probado. En general fue una muy buena experiencia, y me agradó mucho poder conocer París desde una perspectiva más local.

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