miércoles, 13 de abril de 2016

Esta elección será el fin de los partidos norteamericanos como los conocemos, por Raúl Vergara Arias @Rau1Vergara

El actual proceso electoral en Estados Unidos está poniendo en evidencia importantes rupturas en la plataforma política de los dos partidos, y probablemente sea el punto de quiebre un realineamiento ideológico que pondrá fin al concepto de “valores republicanos” y “valores demócratas” con los que cada partido se había identificado desde la década de los ochenta cuando se consumó el realineamiento anterior. Esta situación es especialmente evidente en el partido Republicano, a quien Donald Trump ha tomado por asalto  en base a un discurso de nacionalismo populista, dejando de lado al conservadurismo cristiano y apoyo al libre mercado que por décadas fueron los pilares de la ideología partidaria. En el caso Demócrata, el establishment tiene firme control sobre las riendas del partido, sin embargo, el senador autoproclamado socialista, Bernie Sanders, ha sido sorpresivamente competitivo en las elecciones primarias, especialmente entre los jóvenes y los votantes blancos, mostrando lo que pueden ser las semillas de una futura ruptura entre el ala pro empresas y socialmente liberal por un lado, y el ala socialista y populista del partido por el otro.
La elección primaria de 2016 mostró que a diferencia de los líderes republicanos, la mayor parte de los votantes del partido no apoyan la apertura comercial al exterior, ni los recortes a programas sociales, ni creen que la mejor forma de estimular la economía es recortar impuestos a los ricos para que creen más trabajo, y se oponen vehementemente a una reforma migratoria (algo que la dirigencia republicana había adoptado como prioridad para atraer votantes latinos). Asimismo, en contra de la creencia popular, los republicanos de a pie estuvieron perfectamente dispuestos a hacer a un lado la pureza ideológica y religiosa de un multimillonario libertino, pues su preocupación real resultó ser la migración que les roba su cultura y el comercio internacional que les roba sus trabajos (al menos así es como lo ven ellos). Además del patente desprecio de los votantes por la tradicional ideología republicana, es revelador el hecho de que Trump ignora casi por completo a los intelectuales (incluso a los conservadores), y también que como buen populista identifica problemas y propone soluciones que no se apegan a la realidad.  Por ello, la élite académica de todos los colores se ha volteado en su contra.
Es probable que el partido Republicano como lo conocemos no sobrevivirá a este personaje. Por décadas, los republicanos fueron un partido de ideología, sustentado por creyentes en el capitalismo, la tradición y los valores cristianos. Sin embargo, ahora esta coalición se está fracturando, y el partido que representa Trump (y que los votantes eligieron) es predominantemente uno populista de corte nacionalista e impulsado por el miedo al “otro” y la nostalgia de quienes quieren hacer a Estados Unidos “blanco otra vez”.
Mientras tanto, el grupo pro-empresa que hasta hace poco llevaba la voz cantante entre los republicanos, y que aboga por menores impuestos, mayor apertura al comercio y menos regulaciones en la economía, así como el conjunto de votantes del partido que se sentían atraídos por su oferta de una economía abierta al mercado, ahora se enfrentan con que su candidato presidencial representa unos valores completamente distintos. Resulta plausible creer que para muchas de estas personas, los Demócratas y Hillary Clinton pintarán como una opción más sensata y atractiva que los Republicanos de Trump. La elección que tomen estos votantes, así como los republicanos moderados, será clave para el realineamiento de los partidos norteamericanos.
El partido Demócrata desde hace años se ha acercado cada vez más al centro político en Estados Unidos. En la década de los 90, abandonaron muchas posiciones económicas típicas de la izquierda en otros países (gran apoyo a los sindicatos, impuestos elevados) y mostraron apertura a los mercados. Al mismo tiempo, adoptaron posiciones progresistas en temas sociales, tales como el aborto y el matrimonio gay, y sobre todo, una mayor aceptación hacia las minorías étnicas y los migrantes. Conforme el país se vuelve más diverso racialmente y menos religioso, la posición ideológica de los Demócratas le ha permitido estar cada vez más en sintonía con los valores del norteamericano medio. Ahora, cuando los Republicanos de Trump están adoptando posiciones populistas cada vez menos realistas, se puede esperar que pierdan apoyo de los moderados, de quienes se benefician del comercio y de los votantes más educados, quienes optarán por continuar con el pragmatismo de los años de Obama.
Las encuestas predicen que los Demócratas ganarán las elecciones por amplio margen (según el promedio de encuestas publicado por Real Clear Politics Clinton aventaja a Trump 52% a 39%) y en el corto plazo consolidarán una posición hegemónica en el centro del espectro político, de forma similar a lo que ha ocurrido en Inglaterra y Alemania con David Cameron y Angela Merkel, quienes tienen un fuerte mandato ante una oposición fragmentada e ideologizada. Sin embargo, la llegada de republicanos moderados al bando Demócrata no será la única parte de la realineación de los partidos norteamericanos. Probablemente tras unos años también habrá un movimiento en sentido inverso, cuando votantes demócratas (muchos de quienes hoy apoyan a Sanders), desilusionados por la posición tecnócrata de su partido, opten por cambiarse al lado republicano, motivados por su atractivo discurso populista y proteccionista. Este proceso podrá ser acelerado si en el futuro se atenúa el tono racista, de modo que atraiga a más minorías. Los acontecimientos que rodean este proceso electoral apuntan a que en unos pocos años, los partidos estadounidenses representarán a personas diferentes a las que lo hacen hoy. Todo apunta a que el Demócrata será más pro-empresa y aglomerará a los votantes cosmopolitas, que apoyan la globalización, la migración, el liberalismo social y se oponen al racismo. Mientras tanto, los Republicanos se consolidarán como el partido nacionalista de quienes han salido perjudicados por la globalización, que temen al cambio y a la competencia global y que quisieran regresar al tiempo en que todos sus vecinos tenían su mismo color de piel.




RINCÓN ECONÓMICO, por Raúl Vergara Arias


Economía
8o Semestre
Twitter:@Raul1Vergara


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