¿Cómo crecer apoyados por el gasto público?
Los objetivos que se pueden buscar a través de la política fiscal (impuestos y gasto público) son tan variados como la cantidad de personas que influyen en materia hacendaria. Algunos creen que el gasto y la recaudación deben mantenerse en el nivel más bajo posible, garantizando solamente algunos servicios básicos. Otros piensan que el gobierno debe tener un rol principal como participante en la economía, cobrando muchos impuestos que luego se destinen a gasto social con el objetivo de redistribuir los recursos, combatir la desigualdad o fomentar el crecimiento.
La presente administración se enfila a introducir un componente redistributivo más importante en su política fiscal que la que tuvieron los gobiernos anteriores, lo cual ciertamente tendrá sus beneficios para ciertos sectores de la población (y perjuicios para otros) que recibirán más transferencias y programas sociales. Sin embargo, tampoco podemos olvidar que hoy por hoy nuestro país está ante una difícil coyuntura económica en la que el crecimiento está resultando ser dramáticamente menor al esperado, y que ninguna política gubernamental enfocada a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos puede funcionar de forma efectiva si no hay crecimiento.
Ahora bien, muchos opinan que si el crecimiento se está volviendo lento, la intervención gubernamental a través del gasto público es una receta ideal para reactivar el motor de la economía. Estos puede tener razón, pero sólo en parte; ya que el que el gasto del gobierno realmente pudiera beneficiar a la economía depende sobre todo de que haya transferencia de recursos de las áreas menos productivas a las más. Veamos dos casos:
a) Juan trabaja en el sector formal y gana $10, el gobierno decide cobrarle 30% de su ingreso en impuestos y le da $2 a Pedro, que es desempleado y los usa para comprar productos de primera necesidad. El $1 restante va a parar con María, una burócrata encargada del cobro de impuestos. En este caso se perjudica a Juan, un trabajador productivo, se desincentiva el trabajo formal (un informal no paga impuestos), se desincentiva el buscar empleo (el gobierno mantiene a los desempleados), se genera empleo que no produce (la burócrata). Por otro lado se incentiva el consumo y la producción de bienes básicos.
b) Juan trabaja en el sector formal y gana $10, el gobierno decide cobrarle 30% de su dinero en impuestos y utiliza $2 para construir una carretera que unirá a 2 ciudades y que hará que las personas de ambos lugares sean más productivos. El otro $1 va a María, una burócrata encargada del cobro de impuestos y de la licitación para contratar la construcción de la carretera. En este caso se perjudica a Juan, un trabajador productivo, se generan nuevos empleos por la construcción de la carretera (en personas como Pedro) y los recursos van a dar a agentes económicos productivos: constructora, productores de material, ingenieros, albañiles, etc., incentivando su actividad. Además, se generan condiciones para que a más largo plazo, personas como Juan puedan tener mayores ingresos por los aumentos en productividad, hasta el punto de que incluso ellos podrían llegar a beneficiarse. En este caso la actividad de María también produce, ya que es necesaria para que la carretera se construya.
El gasto público puede ayudar a que el país crezca y la economía se vuelva más eficiente si y sólo si se invierte, es decir, se utilice para construir infraestructura que permita que se produzcan más y mejores bienes y servicios en el futuro. Esto puede ser tanto en transporte: carreteras, puertos, puentes, etc. O capital humano: escuelas, hospitales. Sin embargo, si el dinero simplemente se le quita a unos para dárselo a otros (como parece ser que pretende hacer el presente gobierno), entonces los beneficios a la economía serán muy reducidos.
Raúl Vergara Arias
Economía
3º Semestre
Twitter: @Rau1Vergara
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