Uno de los principales beneficios del libre mercado es que fomenta el que constantemente aparezcan innovaciones para ofrecer un mejor producto o servicio para los consumidores a un precio atractivo; elevando así el bienestar de aquellos que optan por utilizarlo. Es a través de este proceso como la humanidad ha avanzado en los últimos 200 años de la imprenta de prensas, a la máquina de escribir, a la computadora o del servicio postal entregado a caballo, al teléfono fijo, al celular y finalmente al Smartphone, entre otros incontables casos que han contribuido a elevar el nivel de vida de millones de personas.
Ahora bien, la manera que se genera el progreso tecnológico no está libre de costos. El economista austríaco Joseph Schumpeter acuñó el término “destrucción creativa” para referirse a dicho proceso. En su libro Capitalismo, Socialismo y Democracia (1942) escribió: “La apertura de nuevos mercados, extranjeros o domésticos y el desarrollo organizacional desde el taller artesanal hasta consorcios como U.S. Steel ilustran el mismo proceso de mutación industrial- si puedo tomar dicho término biológico- que incesantemente revoluciona la estructura económica desde dentro, destruyendo incesantemente lo viejo, y creando incesantemente algo nuevo. Este proceso de Destrucción Creativa es el hecho esencial del capitalismo.” (p.83)
Aquí se hace eco de lo que diversos críticos han señalado de cómo el libre mercado destruye empleos, empresas e industrias, y que el ritmo de los avances dejan víctimas perjudicadas temporal o permanentemente cuando son incapaces de adaptarse a lo nuevo. No obstante, las nuevas creaciones a largo plazo han generado cuantiosos beneficios para la mayor parte de las personas, como evidencia el hecho de que los consumidores hayan optado por destinar su dinero a consumirlas por encima de las anteriores opciones.
Actualmente vemos un ejemplo muy claro del proceso de destrucción creativa en la industria del transporte público personal: los taxis. En este caso, la transformación viene en forma de distintas apps para Smartphone que ofrecen una plataforma donde los choferes pueden ponerse en contacto con los consumidores que desean ser trasladados a algún sitio de forma fácil y sencilla. La empresa más representativa de este nuevo modelo de negocio es Uber, que brinda el servicio no a través de taxistas sindicalizados, sino de personas que rentan o son dueñas de un vehículo (tanto ellos como sus vehículos deben cumplir estándares de calidad) y que desean prestar el servicio de transporte. El usuario por su parte tiene la comodidad de que el cobro se hace a través de tarjeta de crédito, no debe dar propina y puede solicitar el auto en cualquier parte de la ciudad en todo momento. Esto gracias a una sofisticada aplicación que hace posible ver a tiempo real la localización de los autos en el mapa, así como los datos, fotografía y calificación del conductor, dando seguridad al público. Asimismo, integra una útil herramienta que calibra el precio de acuerdo a la oferta y la demanda, para que aquellos que más requieren el servicio en horas pico no se queden sin él. Todo esto por una tarifa ligeramente menor, en promedio, a la de los taxis convencionales. Dicha app ha tenido un enorme éxito alrededor del mundo, está presente en 45 países, más de 100 ciudades y se valúa en más de 15 mil millones de dólares.
Por supuesto que los gremios de taxistas no están contentos con la nueva situación. A fin de cuentas forman de una industria ampliamente regulada por el gobierno lo cual históricamente los protegió de la entrada de nuevos competidores y les permitió cobrar un precio más alto y ofrecer una calidad más baja del que hubiera prevalecido en condiciones más competitivas. Además, los caros y engorrosos trámites establecidos por los gobiernos de varias ciudades del mundo han hecho que muchos participantes opten por no ingresar a la industria del taxi, provocando que haya menos de éstos autos de los que la sociedad demanda. Como ejemplo de la ineficiencia que impera en el sector, el inútil repintado de la flota de taxis del Distrito Federal del vino y dorado al horroroso blanco con rosa costará entre 5 y 6 mil pesos por auto.
Mientras tanto, los nuevos servicios de transporte no tienen que hacer frente a estas regulaciones por lo que se encuentran en situación ventajosa para competir con la opción tradicional y muchos argumentan que esto es injusto y deben prohibirse. Sin embargo, la injusticia es provocada no por las apps, sino por el anquilosado y dinosáurico sistema regulatorio con el que los gobiernos han exprimido a esta industria por décadas. Afortunadamente, el carácter disruptivo y endiabladamente difícil de regular de las nuevas tecnologías terminarán por hacer que la ineficiente normatividad quede obsoleta, al elegir los consumidores las opciones de mejor calidad y precio. Tristemente, los taxistas actuales no tienen la culpa de las reglas que les ha impuesto el gobierno y muchos se verán perjudicados en el corto plazo. No obstante, nada impide que quienes hoy conducen un taxi se anexen a los nuevos sistemas tecnológicos y participen un nicho rentable en el futuro.
Bibliografía
· Cambio de color es un gasto innecesario e inútil: Taxistas. Milenio on line
· Uber (Company) Wikipedia
· Schumpeter, Joseph A. Capitalism, Socialism, and Democracy. New York: Harper & Brothers, 1942. Print.
RINCÓN ECONÓMICO, por Raúl Vergara Arias
5º Semestre
Twitter:@Rau1Vergara
Yo utilice su servicio y es excelente! Ya quisiera que empezaran a operar aquí! Eso es lo que necesitamos en todos los servicios que haya competencia y calidad
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