viernes, 3 de mayo de 2013

En la viña alemana, por Mercedes Larrinaga

Lugar: Oestrich-Winkel, Alemania
Fecha: Mayo 3, 2013


 
El fin de semana pasado visité con una amiga, un pueblito cercano llamado Rüdesheim. Aunque pareciera completamente desconocido, es un lugar muy turístico; constantemente se ven autobuses de tours y está lleno de tiendas de souvenirs. Sin duda es un sitio que vale la pena visitar, es un pueblo muy pintoresco, lleno de cafés y tiendas de artesanías, como relojes de cucú, figuras hechas de madera, y por supuesto del típico vino de la región.

Después de pasear por los pequeños callejones, y la calle más famosa “Drosselgasse”, nos subimos a un teleférico que nos llevó por encima de los viñedos, los cuales poco a poco están tomando un color verde intenso, hasta una montaña en la que hay un monumento llamado Niederwalddenkmal, que fue construido para conmemorar la fundación del imperio alemán después del final de la guerra Franco-Prusiana. Sin embargo para mi gusto éste no es el mayor atractivo del lugar, sino la vista que hay desde allí. Se ven todas las casitas típicas alemanas rodeadas de viñedos, sobre la orilla del río Rhin. Estuvimos en la cima un rato disfrutando del paisaje y después volvimos al nivel del suelo para tomar el tren que nos llevaba a Oestrich.

En el transcurso de la semana tuve dos exámenes, por lo que estuve un poco atareada estudiando. Es interesante el sistema que tienen para aplicar las evaluaciones. Como en la mayoría de las escuelas, juntan a cierto número de alumnos en un salón para empezar la prueba. Se sienta un estudiante por mesa, todos del lado derecho para evitar que se copie; los objetos personales, excepto los necesarios para poder resolver el examen, se ponen ya sea al frente o al fondo del salón y antes de repartir los exámenes, el maestro que va a cuidar el salón pregunta si todos se sienten saludables y en condiciones óptimas para realizar el examen, ya que una vez iniciado, no hay vuelta atrás. Esto me resulta una buena práctica, porque, si bien uno pierde una oportunidad de presentar el examen, si no se encuentra completamente saludable es bueno tener la oportunidad de salir del aula; sin embargo, nadie lo hizo.

Son muy puntuales en los horarios, si el examen está programado a las 10, a esa hora empieza y dura exactamente el tiempo programado, sin minutos más ni menos, y todos los alumnos lo respetan. Durante el examen pasa un maestro con una hoja para corroborar la asistencia y que la persona que está presentando el examen, es la persona que dice ser.

El sistema en general es muy parecido a como es en México, solo que aquí revisan todo muy escrupulosamente. Todos los alumnos están muy atareados con exámenes y proyectos finales, pero contentos de que es fin de semestre y que la colorida primavera llegó.


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