Los recursos energéticos: de bienes estratégicos a bienes productivos por José Antonio Hernández López
Apenas el martes 12 de agosto entraron en vigor las reformas a las leyes secundarias en materia energética, y las proyecciones de lo que sucederá abarcan un amplio espectro de escenarios, optimistas y pesimistas por igual*. Se afirma que es un cambio de paradigma que abandona el monopolio de Estado y vuelve a Pemex y a la CFE (Comisión Federal de Electricidad) en empresas que ingresarán, con la iniciativa privada, en un mercado competitivo.
Las empresas del Estado adquirieron sentido
en un entorno de guerra y de orden imperial. Actividades como las
comunicaciones, la fabricación de armamento y la generación de energía eran
consideradas estratégicas porque implicaban una vulnerabilidad frente a
enemigos reales o potenciales, si estos tenían información o control sobre
ellas en un conflicto. Durante la expropiación petrolera de 1938 llevada a cabo
bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas, una de las preocupaciones del gobierno de
Estados Unidos era saber si la Alemania de Hitler había entrado en contacto con
el gobierno mexicano.
Hoy, sin embargo, esa visión de un
Estado monopólico parece haberse transformado en términos más liberales,
dinámica que se acentuó en el año 2000, cuando el sistema político de partido
dominante que rigió a México desde 1929 llegó a su fin. Desde 1982 comenzó el
desmantelamiento de empresas onerosas e ineficaces (bicicletas, por ejemplo, o
empresas de ropa) que no se consideraron estratégicas.
Pero las empresas realmente
estratégicas, como Pemex y la CFE, fueron motivo de debates y discusiones desde
1995. Para poder transformarlas, fue preciso cambiar los preceptos
constitucionales que las catalogaban como estratégicas sin que perdieran el
sentido originario de ser “propiedad de la Nación”. Es un cambio en el sentido estratégico del
Estado, que ahora se asume como un competidor más en un mercado que, al menos
teóricamente, deberá responder a las leyes de la oferta y la demanda.
A pesar de los esquemas ideológicos
que cedieron para aplicar esta reforma energética, sus resultados serán
medibles y podremos saber si la apertura del sector sirvió para crear más y
mejores empleos, si alentó el crecimiento económico y si las finanzas públicas
no sufrieron un daño por el retiro de los montos fiscales que, ahora, Pemex
utilizará para reinvertir y crecer como empresa productiva del Estado.
Bibliografía
*Pueden apreciarse ambos extremos en estas dos notas recientemente publicadas:
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/08/12/preve-hacienda-inversion-de-60-mmdd-en-energia-para-2018-1832.html
Tiro Libre, por José Antonio Hernández López
Economía
1º Semestre
Twitter:@jantoniohl
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